Este tercer poemario de María Paz Guerrero está habitado por una serie de personajes: una gata ciega que se golpea contra todo lo que se encuentra; unos cuerpos que se hacen exámenes médicos para medir el avance de la enfermedad en los órganos; unas piernas que ya casi no se sostienen hasta que se desploman; un lenguaje que se va desenredando como una pita de cometa; unas repeticiones y versos atravesados y transformados por canciones de Héctor Lavoe, Henry Fiol